Por qué no debes esforzarte por adquirir una lengua

Ya he hablado sobre esta idea en otros textos que he escrito pero nunca le he dado su lugar en una entrada.

El proceso de aprendizaje ocurre, en su mayoría, fuera de nuestra conciencia.

Esto quiere decir que no necesitas hacer un esfuerzo por adquirir una lengua. Es algo que mayormente solo pasa.

En cierto sentido, sí hay que hacer varios esfuerzos. Como sentarte a estudiar, exponerte a materiales en la lengua, dejar de lado las distracciones, no caer en las tentaciones de abandonarlo, etcétera.

Pero eso se trata de crear las condiciones para que el proceso de adquisición suceda por sí mismo.

Claro, puedes llevar a cabo acciones que lo optimicen y todo eso, pero en sí, pasa sin que tú hagas nada.

Buenas noticias

Esto es una gran noticia para los aprendices de lenguas desmotivados:

¡Estás adquiriendo esa lengua, aunque creas que no!

O, mejor dicho, sobre todo cuando crees que no.

¿Notas cuando te está creciendo el cabello? ¿O solo cuando ya lo tienes demasiado largo y hay que hacer algo al respecto?

Pasa algo muy parecido con las lenguas.

Hay etapas en las que parece que no está pasando nada, en la que nuestro cerebro y nuestras emociones hacen que nos enfoquemos en todo lo que no sabemos, en todo lo que no hemos aprendido, en lo que no entendimos de ese podcast.

Pero eso no significa que no esté pasando nada behind the scenes.

Algún día lo notarás, como notas que ya te creció el cabello, y te sentirás feliz.

Pero mientras no lo notes, lo peor que puedes hacer es desesperarte.

¡Tienes que confiar en que sí está pasando algo!

(Porque está pasando). 

No lo notas, pero es real

Desde que inició noviembre le he estado dando clases de comprensión de lectura en inglés a una amiga.

Me di cuenta de que, en las primeras clases, le costaba mucho identificar cuándo un verbo con -ing en inglés podía ser traducido como un gerundio o como un infinitivo en español.

Es decir, si dice “feeling”, ¿es “sentir” o “sintiendo”?

Obviamente, depende del contexto, pero ella me decía que no entendía muy bien cómo diferenciarlo y se sentía un poco frustrada.

No te preocupes, le dije, en menos de lo que canta un gallo tu cerebro lo va a entender. Tú no tienes que hacer nada para entenderlo.

Y así fue.

Ayer estábamos leyendo un texto donde venía uno de esos verbos con -ing y automáticamente lo identificó. No, no veo el futuro, solo confío en el poder del cerebro. 

Entonces, me emocioné y le pregunté:

¿Te diste cuenta de que no dudaste ni un milisegundo para decir que era un “sentir” y no un “sintiendo”?

Para su sorpresa (que no la mía, porque ya sé que así pasa), no se había dado cuenta. Solo lo hizo y estaba siguiendo con el texto.

En cuanto se lo hice notar se sintió muy feliz y aproveché para decirle un resumen de todo lo que estoy escribiendo en esta entrada.

A lo que quiero llegar:

Los seres humanos, por definición, somos muy malos para notar lo bueno, el avance, lo positivo, lo que sí tenemos, lo que no nos duele, lo hermoso de la vida.

Somos medio adictos al drama y a lo que está mal y no sale y no podemos.

Mi punto no es exhortarte a que te enfoques en lo bueno (aunque tampoco estaría mal), sino que te hagas del hábito de abrir tu mente, cada que te acuerdes, a la posibilidad de que quizá hay un montón de avances y hermosuras que sí se encuentran ahí pero no estás viendo.

Nuestros cerebros están aprendiendo cosas TODO EL TIEMPO, 24/7.

Y solo una fracción pequeña de ese proceso es consciente.

No conviene basar tus juicios sobre tu capacidad en lo que notas que aprendes.

Enfoca tu energía en lo que te corresponde, que es exponerte a la lengua o al material que estás intentando aprender, en mantener un ritmo de estudio constante, y deja que tu cerebro haga el resto.

¿Qué opinas?