¿Por qué muchos fracasan en su intento de aprender inglés?

Te lo cuento con un ejemplo real.

Hace algunos años tuve un alumno que era profesor universitario y había montado una consultora.

Necesitaba con urgencia mejorar su inglés para presentaciones con clientes extranjeros.

Compró un curso intensivo de verano en julio.

Todos los días laborales tenía inglés.

En teoría, el alumno perfecto: motivado, con un plan perfecto, profesional de prestigio que se lanzaba a la aventura del mercado internacional.

Pero al final del mes, abandonó las clases. No podía más. Saturado de trabajo y clases.

¿Aprendió algo? Sí, un poco.

¿Consiguió lo que quería? No.

¿Cuál fue el error?

No tener un propósito en inglés alineado con su plan de vida.


El error más común

Esto es como ir al casino y apostar todo tu dinero a un número.

Las probabilidades de acertar con un solo tiro son mínimas.

¿Qué debes hacer en lugar de jugarte todo a un solo número?

Diseñar un sistema, no una apuesta.

  • Empieza por el porqué: define qué quieres del inglés (ej.: pasar una entrevista en 3 meses) y por qué te compensa ahora.

  • Valida el encaje con tu plan de vida (12–24 meses): tiempo real disponible, coste/oportunidad y beneficios.

  • Si encaja, conviértelo en prioridad operativa: bloquea horas fijas, ritual diario de 15–20 minutos, elimina fricciones (material listo, horario fijo) y fija hitos medibles con fechas.

  • Si no encaja, decide: o reconfiguras tu plan (liberas tiempo/renuncias a algo) o pospones sin culpa. Lo que no es prioridad se convierte en hobby.

Cadena lógica:

  • Sin encaje → no es prioridad → lo tratas como hobby → avanzas poco → te frustras.

  • Con encaje → prioridad → hábito + foco → progreso medible.


Cuando el propósito NO encaja.

Pensemos en José.

Trabaja de administrativo en una pequeña empresa y decide estudiar inglés porque “suena bien” ponerlo en el currículum.

No tiene que cambiar de trabajo ni usarlo en su empresa, pero «quizás en el futuro lo necesite».

Con esta idea se apunta a un curso online.

Va a clases cuando se siente con ganas.

Como ve que no avanza mucho, se frustra y lo deja.

En su plan de vida, el inglés no tiene un lugar real.

Y al no ser prioridad, terminó tratándolo como un pasatiempo.


Cuando el propósito SÍ encaja

Ahora imagina a Michaela, una bióloga que ha decidido mudarse al Reino Unido porque su pareja trabaja allí.

Ella sabe que para integrarse en la vida del país y poder optar a un buen puesto en una empresa internacional, necesita inglés fluido.

Su plan de vida es claro: mudanza, adaptación a un nuevo entorno, desarrollo profesional en un mercado global.

Aquí el inglés no es un hobby: es una prioridad.

Cuando tu propósito está alineado con tu plan de vida, el inglés se convierte en gasolina para avanzar incluso cuando llegan el cansancio o la frustración.


Preguntas clave

Antes de lanzarte a aprender inglés, hazte estas preguntas:

  1. ¿Qué quiero conseguir académica o profesionalmente con el inglés?

  2. ¿Necesito el inglés para alcanzar un objetivo concreto (trabajo, estudios, publicaciones, ventas, mudanza)?

  3. ¿Ese objetivo forma parte de mi plan de vida para los próximos años?

  4. ¿Estoy dispuesto a comprometerme a largo plazo con el inglés, más allá de un curso intensivo?

  5. ¿Qué pasará si no aprendo inglés? ¿Afectará a mis oportunidades o a mi proyecto de vida?

  6. ¿Es el inglés ahora mismo una prioridad en mi vida, o simplemente un hobby?


El inglés se construye día a día, con propósito, constancia y, sobre todo, con prioridades claras.

➡️ Si quieres que el inglés pase de ser un hobby a convertirse en una prioridad que te abra puertas, agenda una Asesoría de inglés Gratuita de 20 minutos.

Te ayudaremos a diseñar un plan que encaje de verdad con tu vida y tus objetivos.

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Hablar claro es mejor que sonar como un nativo

Muchos alumnos me confiesan lo mismo:

«Quiero sonar como un nativo.»

Y yo siempre les digo: No.

Lo que necesitas es que te entiendan en una reunión o presentación.

Piensa en esto: ¿qué prefieres?

¿Un inglés con acento pero claro y convincente, o un inglés perfecto de academia que nadie entiende porque hablas enredado, sin pausas y con frases kilométricas?

La respuesta es obvia.

Hablar claro es mejor que sonar nativo. Y para lograrlo, necesitas 5 pasos muy concretos:


1. Ordena las ideas en tu cabeza

Si improvisas, te saldrá como un churro.
Antes de una reunión, anota 3 puntos clave que quieres decir y ponlos en orden.
Ejemplo:

  • Saludar y contextualizar.

  • Exponer el problema.

  • Proponer la solución.

Eso basta. Con tres ideas claras, reduces el riesgo de perderte.


2. Usa frases cortas

Ni se te ocurra traducir literalmente una parrafada que podrías soltar en español.
En inglés no funciona.

Fatal: «Como ya os dije la semana pasada, el motivo principal por el cual creo que este cambio debería hacerse cuanto antes es porque tenemos poco tiempo para adaptarnos al nuevo sistema y, si no lo hacemos ahora, luego será imposible.»

Mejor: «As I said last week, we need this change soon. We have little time to adapt. If we don’t do it now, it will be impossible later.»

Lo notas, ¿verdad? El mensaje llega mucho más directo.


3. Modula la voz y haz pausas

No te embales.

Hablar deprisa te hace sonar nervioso y, peor aún, incomprensible.

Las pausas son tus aliadas:

  • Te dan aire.

  • Dan tiempo a los demás para procesar lo que dices.

  • Te hacen sonar más seguro.


4. Elimina los “ahhh”, “ehhh”

Todos los usamos, también en español, pero en inglés suenan aún más inseguros.

Cámbialos por pausas cortas o frases de apoyo como:

  • “Let me think.”

  • “That’s a good question.”

  • “What I mean is…”

Parecerás más profesional y ganarás tiempo para organizar la idea.


5. Practica, practica, practica

Esto no se entrena leyendo un blog ni viendo Netflix.
Necesitas decirlo en voz alta, una y otra vez.
Ensaya tu presentación frente al espejo, grábate con el móvil, repite hasta que te salga con naturalidad.


Bonus: No te obsesiones con el acento

Tu acento no es un problema.

De hecho, muchas veces es una señal de que hablas varios idiomas (¡y eso es una ventaja en el mundo laboral!).

El problema real es cuando no te entienden.


Hablar inglés no es sonar como un actor de Hollywood.

Es comunicar con claridad, convencer, lograr acuerdos y que tus ideas lleguen a la mesa.

 Y eso se consigue con práctica, estructura y confianza.


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Si esperas a tener ganas de aprender inglés, vas listo

La gente me dice:

“Mónica, es que no encuentro la motivación.”

Pues claro que no.

La motivación es como un gato callejero: aparece cuando quiere y se larga sin avisar.

Si tu inglés depende de eso, ya puedes ir buscando otra excusa para dentro de seis meses, porque seguirás igual.

Lo que funciona no son las ganas.

Lo que funciona son los hábitos.

Mira:

  1. El café de la mañana.
    Si ya lo tomas cada día, asócialo a tu inglés.
    Cinco minutos mientras desayunas para leer un correo en inglés, escuchar un podcast, repetir frases en voz alta.
    No más tiempo, no menos. Lo importante es que sea diario.

  2. El sitio.
    Un rincón de tu mesa, del sofá, de tu escritorio.
    Siempre el mismo lugar.
    Cuando te sientas ahí, tu cerebro entiende: “ahora toca inglés”.
    Es como tener un botón automático.

  3. La hora.
    Ponlo en tu agenda.
    No cuando te apetezca, no “si sobra tiempo”.
    Diez minutos al día, todos los días.
    La clave no es la duración, es la regularidad.

Y entonces ocurre lo que nadie te cuenta:

Dejas de luchar contigo mismo.

Dejas de pelear con la pereza.

El inglés se convierte en una parte más de tu día, como ducharte, cepillarte los dientes o mirar el móvil antes de dormir.

Ahí es donde empieza el progreso real.

¿Sabes qué me dicen muchos alumnos después de un mes conmigo?

  • Que hablan con más seguridad.
  • Que entienden mejor a los clientes.
  • Que han perdido la vergüenza en reuniones.
  • No porque se levantaran un día con una motivación arrolladora.

Sino porque crearon un hábito.

Y yo les enseñé cómo hacerlo sencillo, natural y, sobre todo, efectivo.

Yo trabajo así:
Clases por videoconferencia, adaptadas a tu profesión, a tus reuniones, a tus clientes.
Nada de teoría inútil.
Nada de ejercicios de relleno.
Solo lo que necesitas para sonar claro y profesional en inglés.

Y sobre todo, ayudarte a que tu inglés no dependa de las ganas, sino de un hábito que te lleve en piloto automático.

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